¿Puede que una tendencia emocional, como el optimismo, esté positivamente sobrevalorada en la actualidad? ¿Es posible que otra, como el pesimismo, haya sido negativamente relegada? ¿Y si en el optimismo predominaran los factores emocionales, mientras que en el pesimismo lo hicieran la razón y la experiencia? ¿Podrían identificarse falacias de origen emocional? Si así fuera, habría que análizar cómo afectan uno y otro al razonamiento, a la toma de decisiones, e incluso a cómo afrontar los grandes conflictos de nuestro tiempo. Eso es precisamente lo que hace Roger Scruton en Usos del pesimismo, aludiendo a cuestiones relativas a las ciencias humanas, la historia y la ética. Sin duda, un libro que despertará posicionamientos claros a favor... o en contra.